04 abril 2013

Estado de la Comunicación (desde el balcón)

Aún están por inventar las unidades de medida para el tiempo y el entusiasmo que dedicamos. Cuando resumimos cómo va un sector, apenas si somos capaces de dar las brutas cifras de inversión. En reencuentros de estas vacaciones hablamos sobre profesiones de comunicación, pero -claro- no de dinero.

En los primeros meses de 2013 vemos animados proyectos periodísticos que salen por crowdfunding. Hay proyectos de varios tipos y necesidades. La estrella es un periodismo analítico, cualitativo, discursivo, comprensivo. Y no sólo de datos o contenido, que con esas gafas de la cuantificación es cómo vemos gris el paisaje de esta crisis de crisis. Un diario ha conseguido en Holanda una suma importante para lanzar esta versión de los ideales del periodismo, ahora llamada slow journalism. Lenta y pausada, explicativa y comprensiva, narración periodística de un momento, de sus posibles causas y sus mejores o peores previsiones. Pequeños inversores se lanzan cuando descubren un grupo de amateurs y profesionales como estos que quieren darlo todo por un periodismo de trastienda.

Es complicada -pero no más cara- la información y la divulgación con datos masivos. Se puede automatizar o incluso visualizar en impresionantes vídeos o mapas. Pero los datos no explican. Se ponen en un determinado orden para que los veamos en fila. Claro que esta complicada vida social que compartimos necesita Open Data. Pero los usarán instituciones e industria para controlar su mensaje, para construir el argumentario que les defiende. Como también otras comunidades y usuarios los miraremos con lupa para demandar libertad de ese control y exigir la transparencia en quienes dicen representarnos.

gráfico y software libre
Una de las ventajas de la conversación cara a cara o el chat privado de las vacaciones pasadas es que quita hierro al mal momento. Coincidimos en una crítica: faltan de directivos de comunicación con condiciones, jefes competentes. El cáncer se extiende por agencias, medios y consultoras. Hemos formado una generación de comunicadores obedientes, pero con poca visión, casi sin voz propia. Se habrían salvado más empresas, si los buenos comunicadores, además, supieran cohesionar y dirigir grupos humanos. Las empresas que se están manteniendo como cooperativas, aparte de la generosidad, están dando lecciones de distribuir el poder, de responsabilizar dentro por competencias y de contar con gente de fuera para lo que no somos capaces. Tendrían que estudiarlo los grupos de investigación y las universidades, pero también están ocupados en sobrevivir. Directivos y emprendedores olvidan que la comunicación forma parte de la identidad y la sostenibilidad de las organizaciones. Estamos aún lejos de poderles plantear que, además la dirección de comunicación, debe compartirse. Que tenemos que ensayar una dirección distribuida de comunicación. 

Desde nuestro pequeño balcón atlántico hablamos también estos días de relaciones públicas y gestión de comunidades en redes sociales. Están saliendo mejor parados, pero seguimos siendo mano de obra barata. Hay eventos y bastante información, también en redes sociales. Pero seguimos muy deficitarios en comunicación. Los grupos de interés críticos no habitan la misma esfera de comunicación. Instituciones y empresas no quieren determinados interlocutores, los siguen ignorando. Como si no hablaran o incidieran en el curso -inmediato- de los próximos acontecimientos.

La niña de la comunicación, la planificación, sigue siendo el departamento menguante en las grandes del sector. Y no sabe cómo ponerse las pilas para monitorizar y seguir en redes sociales la imagen de sus organizaciones. Así es que el terreno lleva años disponible para ingenieros y desarrolladores que ya ofrecen hasta aplicaciones DIY, hasta tener el salpicadero de la marcha de un negocio en la app del móvil. Si al periodismo de datos le falta "sentidiño", consciencia y crónica para ser periodismo. Más de lo mismo con la monitorización. Que palabras iguales contadas en la misma etiqueta de ningún modo suman. Porque el mismo gesto no significa lo mismo. ¿O somos autómatas al cliclar sobre el "me gusta" o "asistiré" ? Por hablábamos, los movimientos sociales y las asociaciones están aprendiendo a hacer auditorias de comunicación más ajustadas que los informes corporativos.

Lo que más ha salido en nuestras charlas de puesta al día se refiere al diseño y la imagen visual. Una especie de trinchera de la comunicacción, supervivientes natas mantienen pequeñas marcas locales y eventos aportando a la imagen de un entorno comarcal. Esta creatividad, que casi se regala en las agencias publicitarias, se externaliza para sobrevivir en estructuras más pequeñas. Integrando editorial, web, redes sociales y móviles resultan sostenibles. 

Así que recortar, despedir y dejar el campo libre a los que tienen estructura y capital no soluciona nada. No es gobierno ni estrategia. Ahí queda estas ideas a abiertas a otras percepciones. O hasta que nos volvamos a ver en blogs@beers, tweets&teas o lo que prefieran.

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